Jesús vence a la muerte. Desparece la oscuridad porque atisbamos un rayo de luz que da sentido a toda nuestra existencia. A pesar de ello, reconocemos que hay zonas personales y ajenas que no vemos, que permanecen en la oscuridad, en la sombra. Ello nos ayudará a ser más humildes y compasivos con uno mismo y con los demás. Nadie, salvo nuestro Maestro, tiene visión panorámica, completa y total, ni de los lugares ni, mucho menos, de las personas.
Todos tenemos personas a nuestro lado a las que guiamos, acompañamos y mostramos al Dios de Amor en el que creemos. Pues bien, Jesús, Maestro de los maestros, decía: “¿Acaso un ciego puede guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? (Lc 6,39-42) .
Sigamos revisando nuestra vista (no sea que nos fijemos en la mota que tiene nuestro hermano en el ojo y no reparemos en la viga que llevamos en el nuestro) para aprender a mirar con ojos de amor, esperanza y misericordia, en definitiva, pasemos por la vida mirando con los ojos de Jesús, con ojos de Amor.
Basta con saber mirar para reconocer en el camino a Jesús Resucitado que sale a nuestro encuentro, nos acompaña, nos abre los ojos y nos invita una y otra vez a comer con Él.
La Fundación Educativa Franciscanas Ana Mogas os desea ¡Feliz Pascua de Resurrección y feliz vida!